jueves, 16 de julio de 2009

Por el interés te quiero, Andrés



El dicho que da título a esta entrada puede aplicarse una y otra vez a lo largo de nuestra vida y en muchos aspectos de ella. Como este blog trata, mayormente, de cosas que pueden encontrarse por internet, haré una mini disertación sobre ese dicho en ese aspecto.

Alguna gente utiliza las redes sociales (myspace, facebook, blog, twitter, fotolog, multiply, etc) en su ámbito privado para contactar con familiares y amigos de fuera de la red, compartir fotografias, conocer gente con gustos similares de manera más rápida y directa que fuera de la red.
Ahora también se ha puesto de moda promocionar productos y empresas mediante esos servicios de "moda".
Hasta ahí bien.

Luego hay una inmensa mayoría de gente que usa internet para dar lástima. Puede ser que pasen por un mal momento personal y necesiten hablar con alguien. Ya se sabe que, muchas veces, es más fácil hablar con gente desconocida que con viejos amigos. Curiosa afirmación, por cierto. Y tu te encuentras en una situación incómoda porque ya tienes bastante con tus problemas para tener que escuchar una vez y otra y otra más los problemas de vete tu a saber quien que vive vete tu a saber donde. Pero te sabe mal, porque eres tont@ y ahí sigues dando ánimos y conversación.
Luego, de repente, esa persona desaparece. Oh, que cosas, por lo visto su época de bajón ya ha pasado y la felicidad ha vuelto a su vida. Tu has pasado meses escuchando sus rollos por educación y de golpe y porrazo ya no vuelves a saber más de esa persona hasta.... oh, mira, ahí aparece de nuevo. Claro, vuelve a estar de bajón. Es el momento de borrar a esa persona de tu lista de contactos y que le den por el c***.

Y es que los dichos muchas veces son ciertos y como todos sabéis si un dicho dice que los buenos amigos se pueden contar con los dedos de una mano... ¿Qué probabilidad hay de encontrarlos en la red? Oh, y que conste que yo si tengo de esos en mi mano. Pero esas personas jamás me han buscado para contarme sus problemas día tras día y han desaparecido cuando les han ocurrido cosas buenas. Lo bueno de la amistad es que ambas cosas ocurran, sin más.

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